«Si tu ojo te hace tropezar, arráncalo y tíralo lejos de ti»
San Mateo
«Si la curiosidad no me dominase –dijo– preferiría tener unos brazos muy largos; me parece que mis manos me enseñarían mejor lo que pasa en la luna que vuestros ojos o vuestros telescopios; además los ojos dejan antes de ver que las manos de tocar. Sería mejor que me perfeccionasen el órgano que tengo a que me concedieran el que me falta».
Diderot, “Carta sobre los ciegos para uso de los que ven”
Curiosamente, la primera vez que Benjamin Mayer Foulkes se sintió interpelado por la ceguera, fue en el cine. En The Proof (1991), Hugo Weaving desempeña el papel de Martin, un fotógrafo ciego que a través de capturas de imagen con una cámara fotográfica pone a prueba las descripciones que las personas hacen de su entorno. La mediación que opera entre la imagen y su descripción convierte al fotógrafo ciego en una especie de paradigma, no sólo de la fotografía sino de una serie de procesos, que visibilizan una relación indirecta y mediada con una exterioridad cuyo acceso siempre será insuficiente. Al visibilizar la traducción como una parte fundamental de todas las etapas y niveles de conformación de sentido de nuestra realidad, parecería que esta película nos invita a repensar la imagen en su sentido más amplio; ya no desde el lugar del que estamos acostumbrados a abordarla, desde lo visible, sino desde nuestra capacidad de verbalizar lo que estamos mirando. No es sino al “momento de verbalizar lo que vemos, cuando nos damos cuenta de nuestra capacidad de ver”.
Desde hace más de veinte años, este investigador y gestor cultural ha planteado una serie de reflexiones alrededor de la ceguera que, en diálogo con las ideas y experiencias de Beatriz Miranda, han configurado la línea de investigación sobre estudios de discapacidad que forma parte del programa académico de Instituto 17, Estudios Críticos. Su acercamiento a la ceguera se ha enfocado en la relación de los ciegos con distintos generadores y formas de generación de imagen. Para él, la fotografía de ciegos representa un paradigma que ha permitido replantear las aproximaciones y discusiones sobre la discapacidad en general, así como otras formas de exclusión social. Las aproximaciones más comunes a estos temas promueven políticas y actitudes de corte asistencialista acompañadas de estrategias de discriminación afirmativa y de integración institucional que entrañan una enorme violencia. Ya se sabe que en la medida en la que se logra cierta integración, se excluye todo aquello que la norma no logra asimilar. A contrapelo de estos enfoques, él y Beatriz Miranda promueven una perspectiva que denominan “la cuarta vía”. Esta visión consiste en una aproximación no integrativa a todas las formas y experiencias del mundo que escapan a la “normalidad” naturalizada. De ahí que alcancen a reconocer el potencial que tienen estas formas de marginación para inquietar e interpelar de manera frontal y radical aquello que, bajo un velo invisible de naturaleza ideológica, estructura las ficciones de normalidad.
Desde ahí, el fotógrafo ciego resulta una figura interesante en tanto la integración le tiene sin cuidado: él interpela a la fotografía y la cuestiona; y al hacerlo, critica radicalmente la “ideología visibilista” sobre la cual se sostiene. Esta perspectiva nos sugiere que lo primario o más esencial en la imagen no necesariamente radica en su visibilidad sino en ser manifestación, huella, testimonio o prueba del proceso sobre el cual se construye el lenguaje de lo visible. Raramente pensamos en el conjunto de ideas que constituyen nuestras nociones básicas de la imagen: encuadre, composición, foco, luz. Al generalizarse estas ideas, instituyen el canon o la invisible referencia de lo normal, que se materializa en el diseño de objetos cotidianos en los que operan múltiples procesos de exclusión: “así como no hay cámaras para zurdos, tampoco hay cámaras para ciegos, aunque por la vía digital se han ampliado las posibilidades. Ahora tienes cámaras parlantes”. Ya se sabe que el diseño y la producción de estos nuevos dispositivos no necesariamente responde a un giro democratizador e incluyente sino a innovaciones tecnológicas de orden económico, político y militar.
Pareciera que la ceguera no es propiamente lo que le interesa a Bemjamin Mayer sino la problematización de lo visible y su papel estructurador de lo normal y lo anormal: “la ceguera que me interesa es la de los no ciegos. Una ceguera que los no ciegos suelen negar”. No obstante la reflexión de una u otra ceguera, repercute en un mejor entendimiento de ambas experiencias del mundo. A través de programas de estudio, exposiciones, encuentros, publicaciones y talleres en distintos formatos, ha recurrido a la invidencia para tematizar la relación entre lo visible y lo invisible. Además de estas estrategias, él ha encontrado en el audiolibro una herramienta útil y necesaria para avanzar estas reflexiones. A pesar de que el braille ocupa un lugar importante, en el caso de publicaciones o reflexiones en torno a las artes visuales, éste lugar es muy relativo. De acuerdo a sus investigaciones, la mayor parte de la población invidente tiene el problema de acceder a los libros que le interesan y, en la medida de sus posibilidades, consiguen a alguien que les pueda grabar dichos libros. Una posibilidad del audiolibro de arte podría consistir en pequeñas grabaciones con descripciones de imágenes o piezas de arte bi-tridimensionales o procesuales. El mero ejercicio descriptivo de piezas de arte, representaría un enriquecimiento enorme para la cultura visual y no sólo para los ciegos en tanto toda descripción podría ser debatible y generaría preguntas sobre la interpretación, la lectura, el lugar desde donde cada quien se aproxima o “ve” la pieza en cuestión. Un ejemplo claro de esto es la obra de Gerardo Nigenda, un fotógrafo ciego cuya práctica consiste en explorar el espacio entre la descripción y la imagen y las posibilidades de elaboración artística que se ubican en esa distancia. Al plantear un proyecto de audiolibros de arte para ciegos, surgen una infinidad de preguntas alrededor del régimen de visibilidad que nos invitan a imaginar horizontes cada vez más amplios en torno a la mirada, lo visible y la imagen:
¿Cómo transmitir, comunicar, traducir obras plásticas o visuales a alguien que no podrá acceder a éstas a través de la mirada? ¿Qué es la mirada? ¿Acaso la mirada se limita al órgano ocular? ¿Qué es lo que no ven los ciegos? ¿Qué es lo que no vemos los no ciegos?
*Este texto derivó de una conversación que Alma Ferrer, Daniela Ramírez y yo sostuvimos con Benjamin Mayer Foulkes sobre ceguera, discapacidad y arte el 3 de febrero de 2017 en Instituto 17, Estudios Críticos; a propósito de una investigación editorial en proceso de Buró–Buró. Todas las citas dentro del texto corresponden a declaraciones de Benjamin Mayer Foulkes.